Hay algo en los western crepusculares que me enamora como amante de la ficción escrita o proyectada en la pantalla. Los tiempos de pistoleros míticos de sonrisa en los labios, guiño a la chica y disparo certero se fueron para no volver. Su lugar lo ocupan criminales harapientos, desdichados borrachos incapaces de otra cosa que no sea asesinar por la espalda. Son historias que combinan el fracaso y la ruina moral con la enésima derrota del perdedor. Dramas humanos, al fin y al cabo.
En la pantalla, el gran representante de este género es Sin Perdón. La aventura decadente de William Munny en busca de los vaqueros que marcaron a una chica en Big Whiskey supone el culmen del western realista. En el cómic, y me van a perdonar la comparación, el cénit lo alcanza ese decadente Regreso del Caballero Oscuro, envuelto en una ciudad que lo detesta y no lo necesita y capaz de bajarse al barro para escupir en la cara de su eterno enemigo. Historias sin héroes, sin vencedores. Excepcionales si se tratan desde el respeto a los personajes que por ellas patrullan y se les dota del entorno adecuado.
Las coincidencias de una larga vida hacen que el camino de Max se cruce con el de Jeremiah, antiguo agente de los Pinkerton. Ambos son viejos enemigos reconvertidos en ancianos sin conflictos. Pero Jeremiah tiene un plan. Uno que puede solventar los problemas de ambos personajes. Durante una de las galas que los partidarios de Adolf Hitler van a celebrar en el Madison Square Garden, los dos ancianos robarán el dinero que los fascistas estadounidenses canalizan hacia Alemania para ayudar en la conquista de Europa.
Max y Jeremiah sufrirán en sus carnes el destino que típicamente acecha a los personajes de este tipo de aventuras. Guerreros de antaño con demasiado fuego en un corazón débil, pistolero y detective se enfrentarán al mal, una vez más, pero los monstruos siempre vencen porque siempre lo harán y el western crepuscular acabará en sangre, víctimas y tumbas, porque ese era la única opción para los dos hombres de nuestra historia.
Este tipo de historias siempre tiene un poso amargo. No hay buenos, pero sí malos. No gana nadie y siempre pierden los mismos. No hay belleza en el presente y el futuro no existe. Son cuentos nostálgicos en las que el pasado se estiliza y endulza aunque seamos conscientes de que era un lugar horrible en un tiempo peor. Brubaker y Phillips nos están contando algo que ya sabemos, pero no seremos capaces de dejar de leer, quizá esperando que algo cambie, pero sabiendo que todo será igual. Una historia ya conocida, un gran tebeo.
Un grande, Bru. En el prólogo que escribe en uno de los números de "Scalped", habla de precisamente ese rasgo que comentas propio de este tipo de historias negras: la inevitabilidad. Te gustaría que el protagonista no tomara esa decisión, que no se liara con esa tipa que se ve a la legua que se la va jugar, que no creyera a su supuesto amigo que está claro que le traicionará...pero exactamente es todo eso lo que va a hacer. Es inevitable en este tipo de historias.
ResponderEliminarHace poco me leí "Cruel summer" una precuela de lo que cuenta en "Criminal". En su línea, excelente. Parece que en Estados Unidos ya lleva editados varios números de "Reckless", dentro de esa serie "Criminal".Tiene buena pinta.Un gran escritor, te lleva por donde quiere.
Un grande Brubaker, ciertamente.
EliminarPor cierto, échale un ojo a la lista que escribí sobre futuros talentos del cómic: https://jugandopachangas.blogspot.com/2011/11/los-guionistas-de-comic-del-futuro.html
Tan desencaminado no iba.
Desde luego, con Aaron y Brubaker acertaste. Al otro no lo conozco.
EliminarGreg Pak está medio atrapado en Marvel, aunque sigue dando cositas interesantes. Remender ha creado uno de los mejores tebeos de Marvel de los últimos años, revisado aquí http://jugandopachangas.blogspot.com/2012/09/x-force-de-rick-remender.html
EliminarTambién ha hecho cosas interesantes fuera de la casa de Stan Lee.
Apunto.
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