sábado, 4 de junio de 2022

CRÓNICAS CHIGRERAS. UNA AÑO PARA NO OLVIDAR

Cuando eres joven, un mozuelo locuelo con todo el mundo para devorar, no existen para ti barreras insalvables. De alguna (ignorante) manera piensas que puedes con todo, pero lo peor es que crees que lo sabes todo. Así es como comienza una larga vida de decepciones y sorpresas. Por ejemplo, esa tarde de frío invierno en la que en plena pachanga de futbito te revientan la oreja con un balón mikasa, inocente cual corderito crees que acabas de experimentar el mayor dolor que vas a sufrir en tu vida. Casi, pero no. Con la edad adulta llegan las piedras en el riñón y las muelas del juicio y, cuando eso ocurra, te encontrarás pidiendo la epidural y suplicando por la vuelta de los abriles perdidos. Solo queda aceptar que los años dan sabiduría y visión, para lo bueno y para lo malo.

Con el Sporting pasa un poco lo mismo. Un año, tiempo atrás cuando las Spice Girls dominaban el mundo, experimentaste lo que era seguir y animar a un equipo en el que compartían vestuario Kaiku, Kosolapov y Kucharski. Te juraste que aquella liga de los 13 puntos iba a ser lo peor que ibas a vivir como aficionado rojiblanco. Luego llegaron más dolores, pero no te parecían tan punzantes. Por aquí pasó un marroquí que se hacía llamar Camacho, aplaudimos a Congo como si fuera Ronaldo renacido y te preguntaste que pintaban en el Molinón Gustavo Adolfo Cañizares y Jurado. Te asomaste al Bernabéu con Colin de central y alguien comentó que Maldonado iba a ser el nuevo Garrincha. Creíste que lo habías visto todo, pero el mundo no se detuvo y mientras te adentrabas en la mediana edad, pasamos de Miera y Novoa a Baraja y José Alberto. La cosa se puso complicada y, sin embargo, seguías confiado. Nada, nunca, jamás vamos a vivir una temporada como la del 97-98. Era imposible hacerlo peor. Sin embargo…

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