Poco fútbol ayer en Gijón donde el protagonismo recayó en Vicandi Garrido y su pinganillo. El VAR
ha llegado para quedarse, pero trae con su uso una serie de inconvenientes.
Árbitros mediocres como el que ayer paseó por el Molinón parecen decididos a no
mojarse mucho y delegar en el video arbitraje para la mayoría de decisiones
importantes. Esto conllevó un intervencionismo exagerado en el juego donde cada
cinco minutos se detenía el partido mientras Vicandi esperaba instrucciones desde el más allá. Estas actitudes provocan
un bajón tremendo en la intensidad del juego. Las épocas en las que un equipo
asediaba al otro mientras éste trataba como fuera de parar el partido podrían
ser cosa del pasado en un deporte que parece abocado a interrumpir su acción
cada poco para que se decida sobre un fuera de juego o una falta. El problema
también radica en la calidad de los que se aglomeran en la sala del VAR. Si la
inconsistencia era un mal endémico del arbitraje español, el video arbitraje
parece haber llevado este problema hasta un nuevo nivel donde similares
acciones se arbitran y rearbitran para dar resultados diferentes incluso en el
mismo partido. Un desastre que necesita mejorar imperiosamente.
lunes, 26 de agosto de 2019
lunes, 19 de agosto de 2019
CRÓNICAS CHIGRERAS. DE COMO JUGAR AL FÚTBOL SIN MORIR EN EL INTENTO
Vamos a reabrir este chigre, que cerrara allá por 2015 tras una corta vida,
y vamos a hacer una breve crónica de lo que se vio ayer en Montilivi, a la
sazón campo del Girona, equipo que
pudo disfrutar un par de años de la primera división del fútbol español.
miércoles, 14 de agosto de 2019
THE BOYS
No soy un gran fan de Garth Ennis.
No por falta de talento, que creo que le sobra. Simplemente sucede que a veces
se pasa de tuerca y acude al mismo sitio una y otra vez salpicando de híper-violencia
y sexo cada escena de los cómics que guioniza. El sexo y la violencia, le pese
a quién le pese, forman parte de nuestra vida diaria, pero cuando en la ficción
se acude a estos temas de manera cada vez más excesiva, al final, la parte de
la trama más realista dentro de un cómic del género superheróico acaba resultando
la más imposible de aceptar. Y Ennis consigue que resulte más creíble que un
tipo vuele por los aires y lance rayos por los ojos que algunas de las
abigarradas subtramas con delirios sexuales/escatológicos/violentos que plantea.
El problema es que cuando Ennis cae
en eso, una y otra vez, yo me salgo de la historia.
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