CRÓNICAS CHIGRERAS. DE COMO JUGAR MAL Y NO MORIR EN EL INTENTO

 

Decíamos ayer muchas cosas, casi todas inciertas, casi todas equivocadas. Es la tercera vez que hablo del Sporting en un año y cada vez que comento algo, pasa todo lo contrario. Un superpoder que me podría convertir, con total facilidad, en el próximo candidato del PP a la presidencia o en el consejero más leal de Joe Biden.

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Pero, dejémonos de mentar a gente indeseable y centrémonos en el presente rojiblanco. Noche de derbi y de vuelta a los orígenes. Sporting dicotómico, sonrisa de ganador. En la ida, nos plantamos ante el peor Oviedo posible y decidimos jugar con cinco defensas, atenazados, cagados y abochornados. Partido para olvidar y comienzo de una gran racha. Jornadas más tarde, justo cuando abrí yo la bocona para lanzar lisonjas, algarabías y alabanzas al fútbol rojiblanco, va la TIA y se pone al día, el Sporting empieza a flojear en las áreas, a perder fuste y comba, a venirse a la lona con cierta ligereza y llegamos al día D y la hora H con el peor Sporting jugando contra el Bayern de Oviedo City United. 

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Y pasa que, al minuto de partido, un tipo del que tengo la camiseta con el 10 (me costó 15 libras en eBay), que no es un futbolista de mi agrado, que me parece que defiende siempre dos metros más atrás de lo que debe y del que creo que no está para jugar a este nivel, va y se saca un golazo de la chistera que ríanse ustedes de Juan Tamariz (mejor ríanse con Juan Tamariz). Bolita dentro y veinte minutos de dominio claros. ¿El resto?, pues el resto es silencio.

"¿Dónde está la bolita? En la escuadra está la bolita, charararará

Después de esos veinte buenos minutos el Sporting se acula y aguanta porque, este año, Rivera quiere jugar, Insua es un gran central, resulta que el Oviedo se pierde en bombear balones al área sin nadie que los remate y para colmo, llega un árbitro y ¿le dice que no al VAR? Y en Oviedo se rasgan las vestiduras y se vuelven locos, pero si ese contacto considerado por los ineptos de la sala VOR es penalti, entonces mejor que nos pasemos todos al mus. Hay contacto, sí, pero para que una falta sea falta, un jugador debe actuar contra el adversario de una manera imprudente, temeraria o con el uso de una fuerza excesiva (regla 12 de toda la vida de Dios). Lo de imprudente o temerario es algo que parece describir más al loco Murdock a los mandos del helicóptero del Equipo A que a una acción balompédica, pero si ese toque en el área es suficiente para derribar a un jugador profesional, en mis pachangas domingueras hay una masacre cada fin de semana, si bien es cierto que los ingleses rascan abajo cada vez que pueden.

A Paulino lo tienen bien calado en casa

Total, que el Sporting gana jugando mal, y yo me paso el partido clamando a los cuatro vientos por la falta de intensidad, de cabeza y de ritmo de mi equipo. Aplaudo a los buenos futbolistas como Rivera, como Insua, como Rober Pier, entrego mi corazón al nuevo, al pistolero, a Mario, y se lo pido de vuelta entre improperios variados y resonantes, cuando es incapaz de marcar un gol a puerta vacía. Pintan bastos con un equipo que no tiene un nueve decente que llevarse a la boca, y si no, que le pregunten al Oviedo.

Delanteros del Sporting. Descripción gráfica

Así que, cerrando esta desconexión permanente, creo que por un tiempo abandono el fútbol televisado. Ayer envejecí dos años y un día. Puedo perdonar todo en la vida, pero no la falta de pundonor ni los cambios de ayer. En una ocasión, pensé que se iban a incorporar Queipo y Nacho Martín y quise caer en los insondables pozos de la locura. De momento, dedicaré mis fines de semana a la cerámica. Al menos, sé lo que me va a deparar. Al Sporting, como siempre, la mejor de las suertes que, en estos momentos, me temo que falta nos hace.

Cada partido acabo peor.