Es difícil
encontrar una película que represente mejor todo lo que fue y no fue el cine de
acción de los 80, ya pretérito, pero nunca olvidado. Depredador es el Ciudadano
Kane del cine garrulo, de las películas de mostrencos esteroideos e
hipertrofiados. Héroes de acción de sonrisa torcida y frase cortante, capaces
de acabar con hordas de enemigos sin sentir ningún remordimiento. Sin embargo,
y a la par, Depredador es una demostración de que la veneración del
macho alfa estaba por concluir. Con esta película parida en 1987, John
McTiernan nos mostró que los chicos sí lloran y no quieren pelear. Un año
más tarde, el mismo director nos acurrucó en los brazos de John McClane. Utilizando
esa máxima que dice que todos queremos ser Superman, pero siempre seremos Peter
Parker, el cine de acción se escapó de los músculos del Arnold que nunca
seremos para caer en el cuerpo y alma del policía irlandés y paleto que todos
llevamos dentro. Depredador fue el pistoletazo de salida y el culmen de
como hacer cine de acción.
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Ya no hay héroes como los de antes |
Porque el arte de McTiernan
requiere de un talento que no todos tienen a su alcance. Solo hay que comparar Depredador
con cualquier cosa parida en este siglo. Como muestra un botón. Tomemos como
ejemplo un recurso clásico de la narrativa actual del cine de acción conocido
como el “money shot”. Básicamente, este “money shot” es la escena
por la que todos estamos en el cine. Ese instante en el que, por fin, todo se
detiene en pantalla para anunciarte que llega el momento soñado en el que la
película cambia. Es cuando los Vengadores se reúnen, o cuando los acordes de Hans
Zimmer y Junkie XL anuncian la entrada de Wonder Woman. Como el cine
moderno nos lo da todo masticado, los directores de hoy en día nos regalan una
pausa larga, silenciosa y dramática, previa al siguiente momento de furia. Cuando
llega este relámpago de emociones sabemos que nada va a ser igual y que los
héroes saldrán vencedores.
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Reconozco que en el momento Avengers Assemble yo me vine muy arriba |
Sin embargo, los
artesanos clásicos como McTiernan o George Miller están más
habituados al concepto de montaña rusa. No hace falta parar la acción para que
la escena, el mentado “money shot” impacte nuestras retinas y se acumule
en nuestra memoria. Como muestra, volvamos a nuestro Depredador de 1987
y acerquémonos a ese instante en el que la eficiente avanzadilla comandada por
Dutch arrasa media Guatemala a base de Minigun M134, máquina capaz de disparar
4000 balas por minuto. No es necesario detenerse a pensar, ya habrá tiempo para
ello. Ahora es momento de emociones. Venimos de ver como relucen al sol las
tripas de Blain y de observar como sus compañeros de fatigas se enfrentan a lo
inimaginable mientras corren por la selva como pollos sin cabeza. Así que la escena
no se detiene, no se ralentiza, no hay nada más que demolición con varios
planos que muestran la deforestación producida por el arma más cañera jamás
empuñada en la gran pantalla. La impaciente sale del saco y para cuando vuelve
a él, todos estamos convencidos de que ya no hay marcha atrás en esta aventura
tropical.
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Blain, el que no tenía tiempo para sangrar |
Lo mejor de todo es
que nuestro rol en esta película cambia según avanza el metraje y que no
efectuamos este viaje solos. Comenzamos nuestra andadura con unos tipos que se
daban la mano de la forma más “cool” jamás vista, contaban chistes de
chichis muy grandes (pero que muy grandes) y se aventuraban en campamentos
enemigos como el que va al supermercado. Los admirábamos y queríamos ser como
ellos, confiados, triunfadores, alegres. Minutos después ya no hay
chascarrillos, ni sonrisas, ni regocijo y el chichi más grande del mundo ya no
hace eco. Ahora el macho dominante es como nosotros. Está aterrado, perdido,
sin rumbo y en el lodo. Sentimos lo que sienten ellos. Es increíble, pero John
McTiernan ha conseguido lo impensable. Que tú, yo, o la vecina del quinto
estemos compartiendo emociones con un austriaco de dos por dos y experimentemos
el mismo pavor al enfrentarnos a lo imparable.
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Una auténtica belleza |
Durante nuestra
andadura haremos sangrar al mismo demonio, perderemos a Mac y a Dillon y, maldita
sea, hasta la muerte de Billy, fuera de pantalla, nos helará la sangre en las
venas. La selva se los llevó y ya no hay vuelta atrás. O al menos no la habrá
hasta que Dutch se vea cara a cara con una auténtica belleza. Enfrentado a lo
inevitable, el héroe de acción vuelve porque, al final, tiene que ganar el
bueno, qué duda cabe. Y con él volvemos todos. Ya estamos a salvo.
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Billy, no lo hagas hombre. Me partes el corazón |
Una peliculita de
acción, simplemente. Sin embargo, nos ha hecho pasar por varios estados de
frenesí. Empezamos como espectadores, ansiosos de ver a nuestros héroes de
siempre. Luego nuestros héroes se convirtieron en víctimas y por fin, tras la
victoria final, nos sentimos ganadores. Hemos derrotado al monstruo y logramos
irnos a la cama felices. Al menos nosotros podremos. De vuelta al helicóptero
que le devolverá a la seguridad del hogar, los ojos de Dutch parecen plantearse
que su mundo ha cambiado por completo. Mirada triste, sonrisa de perdedor. “Noventa
minuti son molto longos”, decía Juan Gómez, Juanito para los
merengues. Más aún si los pasas escapando de un monstruo abominable. ¡Qué gran
película! Corran a verla.
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Victoria agridulce para Arnold |
¡La gallina de piel, Adolfo!¡Menudo peliculón, la leche! A pesar de contar con técnicos de primera, "Depredador" no sería lo que es sin McTiernan y seguramente habría acabado como otra muestra de ese(disfrutable) cine de acción mostrenco ochentero. Además de su pericia, McT venía del teatro y sabía ser sutil. En los comentarios de la peli en dvd, el bueno de John dice que esa escena de la destrucción del bosque a tiros era para ironizar sobre el gusto pornográfico que tenía el público por este tipo de escenas. Por una parte, los productores contentos, por otra, McTiernan muestra la inutilidad del acto. Lo pone en boca de Mac luego "...disparé con todo lo que tenía...y nada". Tipo listo, McT. Por otra parte, sabemos que no es un tío muy equilibrado y ha hecho cosas raras. En otro momento del comentario dice que la escena final tenía lugar en la nave del Depredador, donde iban a aparecer los cadáveres disecados de los soldados, pero que él se negó en redondo a rodar eso, que en su opinión era una asquerosidad. Hombre, John, ya habías sacado antes gente despellejada, a Blaine con la pechera abierta, a Mac con el melón partido, a Dillon con el brazo a medias...Al final, parece que por falta de presupuesto no se rodó. Tampoco creo que su voz tuviera mucho peso entonces ante todo un Joel Silver.
ResponderEliminarTodo un clásico, a pesar de que su primera media hora es un poco garrula, cuando entra en juego la criatura, la película se convierte en una extraordinaria obra de suspense/terror/acción/ciencia-ficción.
Te dejo aquí un artículo dividido en dos(que lo mismo te ha servido de inspiración para esta fantástica entrada de tu blog) en el que se habla de esa vulnerabilidad del héroe ochentero que comentas. Hasta de una posible relación homo entre Blaine y Mac. Pues no lo había visto así, pero puede ser. Dejen volver a rodar a este hombre, que los superhéroes y "Fast and furious" han fagocitado el buen cine de acción de antaño. Para mi gusto, a peor.
https://www.jotdown.es/2022/03/depredador-magistral-revolucion-machote-1/
https://www.jotdown.es/2022/03/depredador-magistral-revolucion-machote-2/
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEl teléfono me traicionó en la respuesta anterior dejando un texto lleno de errores gramaticales y brutalidades ortográficas.
EliminarDecía, que no había leído el texto de jotdown, pero que me sentaré a leerlo porque soy muy fan de esta magnífica web en la que destacaría la sección deportes. En dicha sección me he encontrado con entrevistas espectaculares, unas divertidas narraciones de los eventos de las grandes vueltas y los textos de Juan Tallón, autor que, tras leerlo, me hace querer escribir más y mejor.
Y sí, Depredador es una obra maestra, le pese a quién le pese. Es cine garrulo, cañero y sentimental. Yo siempre vi a Blain y Mac como buenos amigos. Eso también es amor aunque no haya carne en contacto.
Saludos, espero que esta vez sin cantadas ortográficas.
Todo correcto. La verdad es que la escena de marras es interpretable, la pausa que hace Mac al decir "Era...mi amigo" y la mirada de Arnie. Lo que pasa es que la mirada de Arnie puede en este caso transmitir sorpresa como una indigestión, dadas sus limitaciones actorales. Con todo, como dice en el artículo, no chirría frente a actores más preparados como Bill Duke o Carl Weathers porque McT tampoco le pide más de lo que puede dar.
ResponderEliminarEntre "Depredador" y "Jungla de cristal" no sabría con cuál quedarme. Tal vez por transcurrir en la selva haya envejecido mejor "Depredador" que la primera jungla de Willis, en este caso de cristal. Lo que parecía alta tecnología entonces(el ordenador en el que McClane pone su apellido), luce viejuno ahora.