Siempre he tenido un gran respeto por los científicos. Claro que, en general, creo que hay que respetar cualquier profesión, más que nada porque soy de aquellos que consideran que cualquier trabajo es indispensable. Como muestra, un botón. Llegada la pandemia, la Universidad de Long Island decidió ahorrarse un dinero prescindiendo de gran parte de sus operarios de limpieza. Como resultado, ir a orinar en cualquiera de los baños de la escuela de Farmacia se convertía en una batalla campal con hordas de blatodeos, orden que engloba a las cucarachas y sus parientes cercanos. Hacer aguas menores se convirtió en misión improbable porque resultaba difícil mear mientras me vigilaba una miríada de seres con ojos compuestos. Concluyendo. Sin los de la limpieza, daba igual que yo fuese allí a trabajar cada día porque era imposible rendir de manera adecuada y mi salario se estaba tirando al sumidero mientras yo perdía ratos en buscar donde evacuar con tranquilidad.
Esto me pasaba cada dia. También soy yo muy de trabajar en ropa interior |
Sin embargo, y preveo una entrada larga hoy, hay mucho científico que se da golpes en el pecho a tenor de su título y su formación, esgrimiéndolo como gran logro que hace palidecer los triunfos de otros con menor talento y habilidad. Uno de esos elementos, grandes científicos de enormes palabras, es la señora Mayim Bialik. Blossom, para los de mi era. Actriz de cierto talento para la comedia, se empeñó en hacer circular una historia sobre sus logros como neurobióloga. Tras ver un episodio de Big Bang Theory en el cual el personaje de Bialik come en el laboratorio con los guantes puestos, me vino a la cabeza que era imposible que esta chica hubiese puesto un pie en un espacio donde se trabaja con muestras humanas. Así que la pregunta es ¿neurobióloga? ¿de qué?
Vale, yo también comí torreznos una vez en el labo, pero estaba empezando, era joven... |
Porque Blossom es doctora. Eso es irrefutable. Por UCLA, nada menos. Y
lleva siéndolo desde 2007, año en el que (según ella) se le concedió un premio
como joven investigadora por parte de la ISPNE (sociedad internacional de
psiconeuroendocrinología). En la web de dicha sociedad no aparece Bialik por
ninguna parte, y la única lista de premios para jóvenes investigadores (denominados
Curt Ritcher awards), reconoce a una tal Christine Heim como
ganadora en 2007. Mal empezamos. Aunque quizá pueda estar prejuzgando o
equivocándome. Sigamos.
El drama siempre presente en los premios a científicos |
La lista de publicaciones que Bialik enumera para acceder al título de doctora está compuesta por nueve entradas. En ellas hay siete charlas o comunicaciones a determinados eventos, un artículo como tercera autora y lo que parece el capítulo de un libro. Yo saqué mi tesis en un área similar a Blossom, ese es el nivel. En mi caso, estudiando los efectos de diferentes fármacos sobre un par de genes conectados con el sistema dopaminérgico. Nada digno del Nobel. Mi registro científico en el momento de acceder a mi título de doctor fueron cuatro artículos, un capítulo regalado en un libro y trece contribuciones a diferentes congresos nacionales e internacionales. No es para tirar cohetes, pero por comparación con una muchacha que no duda en sacar a la luz su talento científico quedo bastante bien.
Ralph también es doctor, qué demonios |
Los problemas de confianza con respecto al mérito científico de la Dr.
Bialik comienzan al leer su artículo. Bueno, mejor dicho, al encontrarlo.
Si alguien puede hallar “Cortical Correlates of Affective vs. Linguistic
Prosody: An fMRI Study” en la revista científica Neuroimage, v.9, n. 2:
1054, por favor que me lo deje en comentarios. Neuroimage tiene una buena base de datos y yo no he sido
capaz. Más aún, el volumen 9 culmina en la página 630 y no he encontrado un
segundo número que permita hallar esta publicación. En el Google Scholar
(que viene a ser el cajón de sastre de la ciencia) de uno de los coautores no hay rastro de este artículo y en
general, la red de redes parece ajena a la existencia de dicha publicación. Puede
que sea yo, que no doy con ello.
Pasemos al capítulo del libro. “The parallel brain: The cognitive
neuroscience of the corpus callosum”. Bueno, al menos esto si existe para
Google. Vamos a mejor. Citado cientos de veces, que no es baladí. La actriz de Big
Bang Theory contribuye con una sección llamada “Sensorimotor Integration
in agenesis of the corpus callosum”. Dicha sección parece ser un comentario
a uno de los capítulos (el capítulo 15, para ser más exacto). Dos páginas coescritas con los autores
principales del libro. Algo es algo. No mucho, pero algo.
¿Da para un doctorado? No lo sé. Puede, porque con eso y un par de cosas,
la amiga Mayim se planta una tesis como la copa de un pino. Mención
aparte merecen las escasas gráficas de la sección resultados que no puedo
reproducir por diferentes leyes de copyright y que no aportan nada a mis
conclusiones. Dichas conclusiones son que Mayim Bialik es doctora, pero
tener un doctorado, y más hoy en día, no implica ser una eminencia, ni tener un
talento específico en según qué áreas. Tampoco aporta respetabilidad ni
honorabilidad, ni hace que tu voz tenga que ser escuchada por pelotas. Que me
puede usted comentar que, a lo mejor, una vez acabada la tesis, la amiga
Blossom comenzó una carrera productiva y digna. Podría ser, pero tampoco. Lo
único que asoma son un par de entrevistas, una de ellas en Nature, algo
sorprendente dadas las aportaciones científicas (producción o divulgación) de
la entrevistada. Sería como si Sports Illustrated dedicase una página al
lateral izquierdo suplente del Lealtad de Villaviciosa (con todo el respeto).
Y además, que el susodicho futbolista salga en el especial bañadores |
Ahora, me van a permitir una pequeña disertación acerca de la naturaleza del científico. Yo creo que una persona que se dedica a la ciencia es como un cocinero. Hay muchos cocineros, igual que hay muchos científicos. Algunos son unos chefs de la leche. Capaces de hacer virguerías, encontrar sabores y cocinar maravillas. Otros hacen hamburguesas y pinchos de chistorra con panceta. Y todo me parece bien. Un pincho de revuelto de setas y ajetes tiene su aquel y alimenta el espíritu. No es Arzak, pero Arzaks no hay suficientes como para alimentar al mundo. Al igual que ocurre entre fogones, una gran mayoría de científicos nos dedicamos a preparar el menú del día, con orgullo y dedicación. Haciéndolo lo mejor que podemos. Mientras, otros esbozarán platos de alta cocina. Todos necesarios, todos respetables. Lo que no puede exigir Mayim Bialik, igual que no puede exigir el cocinero de casa Tati, es que se le den los honores reservados a los grandes genios de su área. Por seguir con los símiles futbolísticos, Paco Sanz era futbolista. Igual que Ronaldo Nazario. Es lo mismo, pero no son lo mismo. No juegan a lo mismo. No son comparables.
Atila Kasac, lo mismo te juega al fútbol que te mira picaruelo. Sex symbol |
Mayim, amiga, compañera, colega, eres una actriz resultona y una científica de nivel paupérrimo. Como muchos otros. Así es la vida. Lleva con orgullo lo bueno y aparta un poco lo menos bueno. Tu voz, en el plano científico, no vale un pimiento. Es así, y nos pasa a muchos. Creer lo contrario no queda digno. Hazme caso. También tengo un doctorado.
Ya lo explicó bien el Dr. Feynman, un tío que se murió en 1988 y ya entonces tenía Twitter |
Pues sí, abundan los flipadetes en todas las áreas. Que digo yo que estas reivindicaciones de la gente y su búsqueda de aplauso y aceptación esconderán casi seguro problemas de autoestima e inseguridades varias. El que se sabe bueno en lo suyo no tiene que estar haciendo alardes continuamente.
ResponderEliminarHay mucho ego y mucho individualismo en ciencia. Un campo que necesita del trabajo en equipo más que nada. Esta chica se sacó un doctorado como muchos, estando un tiempo en un laboratorio. En USA vi salir gente con un título que apenas comprendían lo más básico de su campo de estudio. No tengo problema con eso, es un fallo del sistema. Lo que no me gusta es que se den golpes de pecho por el mero hecho de ser doctores.
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