Joe “Víbora”,
Emilio “El Odre”, Joe “Colmillo”, Mac “El Grajo”, Bernabé “El Simio” y Rosendo “El
Gordo” forman parte de un comando organizado capaz de las mayores atrocidades. No,
no se trata de la línea defensiva del Sporting de Gijón ni de Antifa.
Estos alegres muchachos son, “Los Secuestradores”.
Mortadelo y Filemón
acostumbran a lidiar con organizaciones enemigas de gran peso y enormes habilidades.
En esta ocasión, el grupo liderado por Joe “Víbora” tratará de secuestrar a alguno
de los elementos más importantes de la sociedad autóctona, comenzando por el
Profesor Bacterio y continuando con la flor y nata, la creme de la creme y lo
más granado de las páginas del maestro Ibáñez. Llegado el momento, incluso
atentarán contra la libertad del ínclito Filemón Pi o del Superintendente
Vicente.
Corre 1976 y el
gran maestro del cómic español crea una historieta con un ritmo excelente. En
ella, Mortadelo y Filemón tendrán que asumir diferentes roles como infiltrados
dentro de hospitales, obras, barcos o aeropuertos. Además, tendrán que
enfrentarse directamente a sus enemigos cuando estos les ataquen personalmente.
El secuestro de Filemón por parte de un indio Paparajote
merece mención especial al abrir la veda a los chistes con foco en la cultura
de la Comunidad Murciana, algo muy en boga estos días.
Ibáñez maneja con soltura las diferentes subtramas en las que nuestros
agentes favoritos saltan de un accidente a otro con su soltura habitual. Aún
dentro de su habitual incompetencia, son capaces de detener al “Odre” o incluso
al “Víbora”. Claro que lo de proteger a los secuestrados no se les da
especialmente bien y culminan cada trama a la fuga, como es tradición.
Mención especial
merece la maestría del maestro de maestros al relatar una persecución en 600.
Pocos son capaces de transcribir a la viñeta gags basados en el movimiento con
la habilidad de Ibáñez y las locas peripecias automovilísticas de los
agentes de la TIA suelen ser una delicia y un festival del humor. Un pachanguero
de bien no puede dejar de desternillarse mientras Mortadelo y Filemón persiguen
a Pitiflauti a bordo de su SEAT trucado.
Nueva batalla
contra el mal, nueva victoria. Frente a enemigos de alta alcurnia. No se
volverá a ver a ninguno de estos secuestradores. Bueno, ni a algunos de los
potenciales secuestrados. Mortadelo y Filemón siempre triunfan.
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