Juntar talento nunca puede acabar en nada malo. Bueno, no dejen dicho encargo en manos de personajes como Ábalos que luego pasa lo que pasa. Pero si se hace bien, y en la mezcla hay sólo azúcar, especias y muchas cosas bonitas, lo extraordinario que puede suceder al aunar gente con habilidades especiales está fuera de toda duda. No estoy hablando de convocar a Logan, Jean Grey y a Kurt Wagner para que formen la Patrulla X, aunque algo del mundo del cómic tendrá que caer más adelante en este texto. Hoy toca cultura musical en el centro de Londres. Es tiempo para “Cabaret”.
De sobra conocida la historia narrada en el teatro. Clifford, un escritor estadounidense llega a un Berlín desatado, caprichoso y enamorado del jazz y el desenfreno paso previo al ascenso del nacionalsocialismo. En el tren, Cliff establece amistad con un contrabandista (que no narcotraficante) llamado Ernst. Gracias a su nuevo amigo alemán, Clifford encontrará alojo y accederá a los placeres escondidos en el club Kit Kat. En el centro de dicho club actúa Sally Bowles, una chica inglesa de vida alegre y dada al hedonismo más básico. Ambos acabarán viviendo juntos en una habitación, bajo la tutela de su casera, una adorable ancianita que vive enamorada del frutero del barrio, el señor Schultz, el cual corresponde dicho amor regalándole piñas, mandarinas y otras frutas sin doble intención.
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Al final, Ernst el contrabandista no es narco, pero es nazi, porque la gente de moral disoluta tira para la senda del mal independientemente de donde comience el camino. Al principio del segundo acto cambian las tornas. Noches de cristales rotos, simios, un payaso muy chungo y el hombre del traje gris al que le cantaba Sabina, sólo que éste no saca un sucio calendario del bolsillo, sino que se coloca una esvástica en la manga y hace que todo a su alrededor marche a paso firme y asonante. En un par de horas hemos pasado del musical desatado a la sobriedad más absoluta. Acaba la sesión y seguimos como el pobre señor Schulz, vendedor de piñas a tiempo parcial, enamorador de ancianas en sus ratos libres y judío a tiempo completo. El frutero está convencido de que la tormenta pasará, que mañana llegarán los comunistas, y pasado los anarquistas y más allá las amigas de la fruta. Pero, tiene pinta de que para nuestro judío de barba blanca y andar pausado, la historia acabará mal. Su reacción a la ascensión nazi es, simple y llanamente, ver y pasar. Se muda al otro lado de la ciudad y espera mejor suerte. No parece la mejor decisión y me da que es lo mismo que muchos estamos haciendo hoy en día mientras esperamos que las melonadas de alguno de los sinvergüenzas ansiosos de tocar poder atacando desde la extrema derecha no lleguen a nada.
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Pero vamos a lo gordo. El talento. Envidio el talento. Qué maravilla asistir a estos eventos y presenciar la cantidad de artistas que nos rodean con su infinita capacidad para crear, innovar, epatar. Cantantes, bailarines, músicos, actores. Todos del más alto nivel encerrados en aquel pequeño espacio. El hombre triste que habita en mí piensa en todos aquellos talentosos que se habrán quedado en el camino y en lo duro que debe ser competir en un mundo donde cada rival rebosa capacidad. El musical de Cabaret es espectacular desde el principio y te sobrecoge en cuanto te asomas al Playhouse Theatre. Entramos por una pequeña puerta camino de unas catacumbas adornadas con colores y aromas del pasado. Chupitos, bares ocultos, trompetistas, bailarines… Ruido y fantasía a cada paso. Sentados en la butaca, el pequeño escenario se llena de luz y color y comienza la obra, la cual recomiendo, aunque reconozco que soy fácil de asombrar por este tipo de eventos.
La trama gira y los actores interaccionan con el público. El Maestro de Ceremonias, ataviado con un maquillaje, una sonrisa y unos movimientos cercanos a lo que esperaría ver en un Joker de carne y hueso se desata en la pista. Un espectáculo interpretativo anteriormente personificado por Eddie Redmayne, ganador de un Óscar no mucho tiempo atrás, y que esta vez adopta el cuerpo y la voz de Jake Shears, a la sazón cantante de los Scissor Sisters. Los demás no le van a la zaga, pero el personaje principal es evidente. Sally está interpretada por una cantante con un chorro de voz infinito que parece salir de algún espacio intangible. Los bailarines, ellos y ellas, son increíbles, sucios, decadentes y gráciles. Tres horas más tarde te vas para casa sabiendo que ha merecido la pena.
Lo recomiendo. Siempre es bello ver a los artistas en su lugar natural. No hay nada más espectacular. Hace años, asistí a una comic-con en Buffalo y vi a Neal Adams, que en paz descanse, dibujar. Los demás asistentes le interrumpían constantemente. Pedían al maesto que dibujara un Lobezno o un retrato de Spidey a veinte dólares la lámina. Para mí, aquello era un insulto y aquel hombre un artista al que dejar trabajar en paz. Sólo me quedé allí y lo vi dibujar. Y fue hermoso. Siempre lo es.
Jode, ¿tres horas duró la obra de teatro? Bueno, ahora que lo pienso la duración media de las películas hoy día. Pedazo dibujante Neal Adams. Acaba de sacar Panini una nueva colección de Conan llamada "Conan, el bárbaro"; así, sin más, y el dibujo es como muy a lo Buscema, Chan y aquellos dibujantes míticos de la colección. Tiene buena pinta, aunque a casi seis lereles la grapa no sé si venderán mucho.
ResponderEliminarDon Iker!
EliminarTres horas de teatro las aguanto. Tres de peli, malamente. Oppenheimer no se me hizo pesada, pero cualquier otra cosa me tira por la vereda. El hecho de ser parte, de alguna manera, de la acción, hace que el teatro sea más llevadero.
Hace mucho que no leo Conan, pero cualquier cosa que lleve el sello de Buscema o su escuela de filipinos es digna de leerse.
Y también están sacando cuatro grapas de "Predator vs Lobezno". Ya era hora de enfrentar a estos dos. Seguramente no será gran cosa, pero los homenajes a historias míticas de Lobezno se ven ya en las portadas. Tampoco tiene desperdicio la primera página, con Lobezno dándole a su poder curativo pero aún así hecho un poco mierda después de una escaramuza con el cazador galáctico con cabeza de centollo XXL.
ResponderEliminarHe leído algún Lobi vs Pedrito online. Nada del otro mundo. Marvel ha bajado mucho y apenas me engancha. Leo algo de DC, la saga del Pingüino y poco más. A destacar el excelente reboot de los Transformers con un Optimus Prime más noble que nunca y unos Decepticons capaces del mal más absoluto sin pestañear. Me tienen enganchado.
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