viernes, 12 de abril de 2019

Y ENTONCES LLEGÓ POLA



Si algo tiene internet es que permite dar voz a cualquier opinión sin importar si dicha opinión está fundamentada, tiene lógica o realmente puede aportar algo al mundo. De esa manera tienen cabida blogs como éste, los vídeos de Roncero hablando de fútbol y esas páginas “médicas” en las que entras para mirar como tratarte un uñero y descubres que tienes cáncer de dedo gordo.
La web del Dr. Riviera es de fama mundial
Hoy voy a hablar de un tema candente y muy en boga ¿Las elecciones? Pues no porque eso no le interesa a nadie. Fíjense que, si atendemos a Google, y buscamos “Elections Spain 2019” obtenemos 112 millones de resultados. Y sí, ahora miro Google en inglés. También tomo Cappuccino de 5 dólares la taza y hago yoga. Es lo que tiene haberse mudado a la zona hípster de Brooklyn. El tema del que hablaré hoy es algo que realmente causa tribulaciones en el primer mundo. Se trata de “Como presentar un gato a otro ya residente”. Dicha cuestión da para más de 215 millones de entradas en Google y miles de vídeos en YouTube. Ninguno de estos vídeos o textos es de gran utilidad, así que voy a contribuir con mi granito de arena al desconocimiento general. Oye, si Jackson Galaxy se saca pasta dejándose arañar y pegándose con gatos con mala leche, yo no voy a ser menos. 
Éste es más hipsteroso que yo y seguro le da al Caramel Macchiato el muy raruno
Hace unos 3 años nos trajimos a casa una hermosa gata. En el cestico de gaticos que había en mitad de la avenida Delaware, allá por Tonawanda, coexistían 4 gatas con el nombre de Dorothy, Sofía, Blanche y Rose. La referencia a las Chicas de Oro nos pareció bien traída. La elección obvia era Rose. Así que nos llevamos a casa la gata más mona de la cesta. También, coincidencias del universo, a la más cortita. Una copia fidedigna del personaje de Betty White en la mencionada s*erie-*ºº*21111.

-Inciso. No me ha dado un ictus. La última línea del texto es obra de una8888877777777777777777777777777 gata- cojones ya, baja del teclado- 

Nos llevamos a Rose a casa y la rebautizamos como Lena. Con 3 meses de edad Lena era un torbellino de pelo y energía que casi me hace abdicar. Noches sin dormir y horas de juego se multiplicaban. Existe una corriente de pensamiento que afirma que media hora de juegos con tu gato al día es más que suficiente. Me paso dicho teorema por los ganglios linfáticos. Con el tiempo y una caña, Lena creció juguetona y divertida. Enamorada del paisaje bufaleño se pasaba horas en el jardín viendo a los conejitos, las marmotas y demás bichos de la fauna local mientras nosotros nos atizábamos unas parrilladas de aúpa. 
Viviendo en semi-libertad
Pero la vida cambia y nos mudamos del verde Buffalo al cemento de Nueva York. Y a Lena no le vino bien el cambio. Primero porque no hay jardín. Segundo porque el tamaño de la casa ha disminuido de forma inversamente proporcional al precio de la misma. Así que, viéndola alicaída, cometimos esa estupidez que es el traer otro gato a casa. El problema de los gatos es que generan el síndrome de Estocolmo. Hay momentos en los que te apetece echarlos de casa y al segundo siguiente son tan adorables que quieres adoptar otros 6. Es un tema bipolar que debería ser estudiado. 
Es imposible resistirse
El caso es que nos fuimos a un centro de adopción y nos vimos en la tesitura de adoptar a Snoots, Giggles o Murf. Nos llevamos a Snoots, belleza de ébano con el ojo pipo y pólipos en la nariz que la hacían sonar como un cerdo bengalí. Y aquí empieza la movida. 
Ya se veía venir
Las primeras noches Snoots, rebautizada como Pola, necesitaba pasar el tiempo en una zona aislada de la casa para evitar confrontaciones. Nos pareció lógica la recomendación de la protectora de animales por cuanto los pólipos hacían que a Pola le temblase la cabeza y presentaba defectos en el equilibrio. Vamos, que era presa fácil para una Lena que pesa casi 4 kilos de animal y está en perfecta forma física. 
Esto entiendo yo por perfecta forma física
Internet recomienda aislar a las gatas temporalmente y luego hacer que se conozcan a través del olor y breves contactos visuales incrementando este contacto hasta que, en algún momento, el gato dominante (habitualmente el que tienes en casa) olllllllllllllllllllllllllk -la virgen no hay quién escriba una entrada hoy con estos bichos dando vueltas-. Como decía. Hay un momento en el que el gato dominante le da un par de toyas al recién llegado, demuestra quién manda y desde entonces empieza una convivencia sana y feliz. El problema de esta idea es el fenómeno conocido como variabilidad interindividual. Uno no puede esperar que dos individuos diferentes se comporten igual en situaciones idénticas. Por ello, lo que sale en las diferentes webs ayuda, pero no es la panacea.
El "Cómo se hizo" de esta entrada
En mi caso, una vez Pola estaba operada de la nariz y andaba por casa como una moto, decidimos hacer jornadas de puertas abiertas y permitir el contacto. Lo que sucede es que Lena fue separada del contacto gatuno casi al nacer y Pola anduvo con sus hermanas por las calles de Nueva York hasta cumplir los 5 meses. Vamos, que he metido en casa a una macarra de nivel. Y sucede que Pola acojona a Lena, la cual la multiplica en tamaño por 3. Esto lleva a que, en casa, estemos todo el rato con gruñidos y bufidos del estilo “sujétame que la mato” sin que pase nada. Mientras escribo este rollazo, escucho sonidos animales por doquier y me siento como en la Nostromo, esperando que se desate la violencia. Sin embargo, tras varios días no pasa más que ruido. Mucho ruido y pocas nueces.

Así que mientras espero a incorporarme a mi nuevo puesto de trabajo, en lugar de irme al gimnasio o jugar al FIFA 19, estoy esperando a ver si estas dos se hacen amigas a través del conflicto armado. Va para largo. Para colmo se me ha acabado la provisión de nocilla y no soy el mismo sin mi bocata de las 5. La respuesta final a como presentar a dos gatos es simple. Aislarlos un par de días y luego probar fortuna. Cada gato es un mundo pero no me creo esas versiones tremendistas online de gatos que pierden ojos y matanzas estilo Juego de Tronos. Las mías hoy se llevan un poco mejor, aunque sea para molestarme mientras redacto. Ahora se han ido a dormir cada una por su lado. Veremos cómo acaba.
Algo así, supongo

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