Era yo un guaje en los locos noventa cuando
mis padres me llevaron de vacaciones a Salou. Tengo grandes recuerdos de aquel
viaje. Me llamó poderosamente la atención el mar Mediterráneo, tan diferente
del Cantábrico en su tranquilidad. Cristalino por su falta de movimiento.
Apacible, en pocas palabras. Me encantó el ritmo de la ciudad de Salou, esa
marcha veraniega, ese aspecto febril para un muchacho que apenas había salido
de Asturias. Me gustaron sus tiendas de todo a cien que me permitieron hacerme
con mi primera camiseta de fútbol con nombre y número. Selección de Alemania, Klinsmann, número dieciocho. Estuve a
punto de conseguir mi primera figura de Soundwave pero el excesivo precio y el
sentido de la responsabilidad (que dejé en algún punto entre los diez y los
treinta años) me echaron para atrás y nunca me atreví a pedirle a mis padres,
que nada me negaban, que se gastaran cinco mil pesetazas de la época en un robot
azul de juguete. De eso se encargaría mi mujer muchos años después.
Juegos en la piscina, batidos de chocolate,
helados de cucurucho, playa, sol y un hermoso verano. Y diréis, ¿pero qué
mierda tiene esto que ver con Shabba-doo?
Más aún ¿Qué mierda es eso de Shabba-Doo?
Muy sencillo.
En aquella época descubrí que Cataluña tenía
su propio canal de televisión. Me gustaría recordar que estamos hablando de una
era prehistórica en la que internet no inundaba cada rincón de la vida, así
que, para los más jóvenes sonará extraño, pero si querías saber que iban a
echar por la tele tenías que leer unos pequeños librillos, unas guías de
programación que te informaban con una semana de antelación acerca de cada
minuto de emisión televisiva a la que podías acceder.
De chaval yo leía TODO lo que me caía entre
manos, y cuando digo todo, es todo. La Diez
Minutos, Lecturas, Pronto, Motor 16, As, MARCA, Interviú, Mortadelo, Don Miki… Así que leer la guía de la
tele como un Homer Simpson cualquiera, era tan solo uno más de mis hábitos.
Allí repasaba qué película podría ser interesante en mi día a día, cuál era la
próxima actuación en Tocata, o a qué
hora empezaba COPS.
Pues bien, y vamos al meollo. Repasando en la
habitación de hotel que programación me esperaba, di con una película llamada Electric Bogaloo. Tuve que leer varias
veces el primer nombre de la lista de intérpretes. Adolfo “Shabba Doo” Quiñones. Locura. Incomprensión. Ni mi nombre
ni mi apellido son comunes per se. Combinados en conjunción y en ese orden, a
bote pronto me salían 3 personas en el mundo. El menda lerenda, mi padre y mi
abuelo, el cual engrandece más si cabe la mezcla nominal incluyendo el Aladino por el cual es conocido, entre
el nombre y el apellido. Vamos, que en mi mente de infante, de pronto había un
tío que tenía que ser familia nuestra por narices y que era actor en algo
llamado Electric Bogaloo. Que la
película será una mierda pero el título es impresionante. Maldito Shabba Doo , y ¿quién será este señor?
Me pregunté.
Mi padre también mostró un asombro ante el
hallazgo, aunque más modesto. Ya sabemos que un padre no puede dejar una
pregunta sin responder. Para eso es padre. Si tu hijo tiene una duda hay que
aclararla a la máxima brevedad. Hay muchas muestras de ello en mi vida. Por ejemplo,
desde muy joven supe que Hulk Hogan y
los Sacamantecas no se pegaban de
verdad. En un par de tardes jugando con mi padre, en un campo de fútbol situado
en la falda del Monte Naranco, aprendí a pegarle al balón con rosca, como Schuster. También, bajando en bicicleta
la calle Montes del Sueve descubrí que hay una ley de la física que explica que
“Cuando te quedas sin frenos en un
descenso que concluye en una especie de torre de alta tensión situada en mitad
de una acera (vaya usted a saber por qué), la velocidad de carrera de un padre
se incrementa exponencialmente hasta niveles de atleta olímpico”. Claro que
luego me cayó una peta interesante. Por ser un lerdo inconsciente de circular
sin frenos por ahí, más que nada. Y otra ley de la paternidad que desafía el
teorema de Fermat: “Cada vez que la armes
y te escapes en bici, a jugar al fútbol o a la sala de juegos sin decir nada en
casa o mintiendo como un perro, allá dónde te halles encontrarás a un señor de
bigote que, sin alterar la voz te enviará para casa, en donde te enterarás de
lo que vale un peine”. Vamos, que cada vez que la intentaba liar un poco,
pumba, ahí estaba mi padre saliendo de la nada como si fuera el T1000.
Pues eso, que me lío más de la cuenta. En
aquel hotel de Salou, mi padre miró el nombre de Shabba-Doo Quiñones, absorbió la información, la digirió y me la
tradujo a algo que yo pudiese comprender.
“De
chaval”, me dijo solemne, “con tus
güelos, enviamos un dinero a los pobres de América del Sur y apadrinamos a un
nenu que no tenía nada. Le pusimos mi nombre, Adolfo Quiñones. Seguro que es
este mismo, que se ha hecho un camino en la vida”. Ahora mismo barajo tres
opciones para esta historia.
A. Que mi padre apadrinase a
alguien pero que ese alguien sea un tipo corriente y moliente como usted y yo.
B. Que mi padre decidiese salir
del paso a mis dudas con una explicación creíble pero falsa.
C. Que mi padre sea el padrino de Shabba Doo.
Así que, después de esta chapata, ahí les dejo
un dato a todos los que ven o han visto Breakin, Electric Bogaloo, Lambada
o Tango y Cash. Las matemáticas
muestran que un 33,33% de las opciones de que estas películas sean cúspides del
arte moderno se deben a mi familia.
De nada.
Salou y Klinsmann que perfecto binomio. Me encantaba Klinsmann.
ResponderEliminarPensaba que en Asturias también teníais vuestro propio canal autonómico ya que en mis arduos viajes descubrí que no sólo existía TV3 sino el Canal Sur, etc. Por cierto, TV3 que en los 90 y en principios del 2000 fue para mí uno de los mejores canales y algo que llevabas con orgullo por ser catalán. Ahora se ha perdido esa magia gracias a la política y al resto de ejecutivos que llevan el canal. Aún así tampoco llegamos a niveles de caspa como lo fue Canal 9 o como lo es Telemadrid.
No me puedo creer lo de Adolfo Quiñones, te doy las gracias por proporcionarnos obras magnas del BreakDance, baile que se puso muy de moda en mi época teenager. Aparte es de la productora Cannon, una de las mejores compañías que ha existido gracias los "videoclubes".
Si te confunden con él deberás hacer el helicóptero en el suelo, no hay más XD. Un abrazo!
Mr. Wallace. Siempre un placer. En Asturias tenemos un canal autonómico pero es bastante joven. Creo que tiene unos 10 años. Al final, este tipo de canales públicos se plegan a determinados poderes de manera vergonzante y creo que rara es la excepción, pero sí que te reconozco que hubo una época en la que la programación infantil de TV3 era la envidia de los que no teníamos televisión autonómica.
EliminarPor cierto que nunca he visto una película donde salga Shabba-doo. Así me maten no lo recuerdo en Tango y Cash. Quizá debería animarme.
En cuanto a habilidades danzarinas, y quizá alguno de los que me conoce y para de mes en cuando por el blog te lo pueda confirmar, solo muestro capacidad para hacer el robot medianamente bien. Si hago un spinaroonie en el suelo es posible que me rompa medio organismo.
Otro abrazo para usted.
Precisamente esa joya del séptimo arte da nombre al descacharrante documental sobre la Cannon:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=KGcw6nO3BdE
Don Íker, cuánto bueno.
EliminarCreo que todos los que pasamos por según que tipo de blogs hemos visto decenas de películas de la Cannon. Luego nos pasamos al cine profundo, pausado y de estilo antiguo de octogenarios como George Miller.
Doctor, no deja de sorprenderme!! Una gran historia, debes, pero ya!, hablar con tu padre para resolver la duda eterna!
ResponderEliminarMenudo crack... pero tu padre digo!
Un abrazo desde los madriles.
Firmado: Sr. Campo
Ese anónimo firmado por un grande como el señor Campo. Mi padre es un crack, eso ya lo sé desde va años. Una pena que sea del Oviedo, pero nadie hay perfecto.
EliminarUn abrazo bufaleño.