Mi mujer y un servidor
aterrizamos en el aeropuerto JFK de Nueva York en el mismo momento en que la
matanza de Newton daba sus primeros coletazos y las informaciones, crecientes
en número de cadáveres, saltaban del epicentro del suceso al ojo del espectador.
No es la primera ni será la
última vez que algo así ocurra en este país donde la permisividad y la libertad
se funden con el miedo y la tragedia. Tras la masacre acaecida en un cine
durante el pre estreno de la última entrega de Batman, pregunté a mis
compañeros acerca de su opinión al respecto. Contundente contestación. El
asesino estaba en su derecho de disponer de cuantas armas considerase oportuno.
Es por ese derecho que al día siguiente de la masacre, el cine al que acudí a
ver la película en cuestión, una de las más esperadas del año, estaba vacío y
vigilado por cuatro patrullas de policía buscando evitar réplicas de los
crímenes. Su derecho a portar armas chocó frontalmente con el de aquellos que
querían ver una película con sus amigos.
Pero sigamos con lo que quería
comentar. El asesino de Newton, de veinte años tiene un
perfil extraño, con una madre posesiva que lo educa en casa y que acumula
armas frente a una posible revuelta social. Estos dos datos que, quizá, son los
más llamativos, comparten tablón con la idea de que Lanza, que así se llamaba
el muchacho, era un jugador de videojuegos. Amigo del Counter Strike, Call of Duty
o del “ultraviolento” Dinasty Warriors.
Amante del Manga, otro dato que lo sitúa en el otro lado de la línea entre lo
paranoico y lo “normal” ¿o no tan normal?
Sin datos en la mano podría
asegurar que existe un alto porcentaje de chicos de veinte años, completamente normales y sanos que juegan a
videojuegos, que leen manga o que incluso hacen ambas cosas. De esta manera,
ese perfil del asesino que nos quieren pintar como peligroso jugador y violento
lector de comics orientales oscurece que este muchacho, completamente
desequilibrado por razones muy diversas, pudo cometer tamaño acto de maldad por
el acceso a munición y armas de forma sencilla.
Y ahora vamos a lo personal. Ayer
decidí sentarme en mi cómodo sillón orejero desde el cual tengo unas hermosas
vistas de la nevada Buffalo, y que a su vez me permite orientarme cara a mi
televisión con el mayor de los conforts. Dejé un refresco en la mesa, tomé el
mando de mi Playstation 3 y me dispuse a echar una partida tranquila a algún
juego, posiblemente repleto de disparos, golpes y demás. Mientras el zumbido
del motor de mi consola me indicaba que quedaban unos segundos para que ante mí
desfilaran decenas de imágenes que llenarían mi cerebro de indudables ansias
homicidas y sentimientos animales, decidí tomarme un momento de calma y a
través del cristal vi una extraña escena al otro lado de la calle.
En el interior de una de esas
monstruosas camionetas que pululan por Estados Unidos había un chico escuchando
música rap a todo trapo. Desde la casa frente a la que el vehículo estaba
estacionado, salió otro chico, déjenme juzgar, con aspecto de lerdo, gafas de
culo de vaso, gordo como un ceporro y sonrisa de limitada inteligencia. Quizá
no soy ecuánime y baso todo mi juicio en que en su mano derecha portaba un
rifle de esos que parecen destinados a ganar una guerra por si solos. En un
momento apuntó con el arma al chico de la furgoneta y siguió avanzando sin ser
visto por su objetivo. Yo, sin apartarme de la ventana, le grité a mi mujer que
había un hombre armado en la calle y que se quedase en la habitación al otro
lado de la casa. Ella reaccionó viniendo hacia el salón, en uno de esos
momentos en los que la realidad supera a la ficción y pareces más interesado en
ver si es verdad que en tu propia supervivencia. Cuando el portador del arma
estuvo a su altura, el chico de la camioneta se giró y sonrió. Todo era una
broma, un acto de camaradería. Ambos vieron el rifle y jugaron con él, como
cuando yo le enseño mis botas de fútbol a mi amigo Sergio. Se subieron al vehículo y se fueron. Mi mujer me preguntó
si el arma era de verdad, ¡Yo qué sé!, le respondí, solo he visto algo así en
los videojuegos. No podría distinguir un arma real de una de plástico y sin
embargo parece que para los estadounidenses, yo,
jugador de FEAR, Resistance y Arkham City soy más peligroso que mi vecino de enfrente.
Permítanme que lo dude. Mientras,
disfruten de la salud y el bienestar de sus hijos comprándole una mochila
antibalas. O ármenlos
hasta las orejas. Ustedes pueden hacerlo. Es el país de la libertad.
(Nota del autor)
Voy a editar esta entrada porque me lo pide el cuerpo. Esta mañana me ha llegado un aviso de la Universidad en la que trabajo, indicándome que, dado el creciente número de matanzas perpetradas en territorio estadounidense, debo acudir a un curso en el que nos entrenarán para responder a una situación en la que un hombre armado (active shooter) se persone en mi centro de trabajo. Se nos enseñará lo que ellos denominan "Run, Hide, Fight", algo así como "Come, reza, ama" pero en versión hardcore. Antes ibas a una clase de "Principios del análisis instumental" y ya te hacías caquita, pero esto ya raya la leyenda. Ya lo decía Reed en esa obra de arte que es "Cadena Perpetua". "Es algo terrible vivir con miedo", sin embargo, para algunos es parte de su forma de vida.
(Nota del autor)
Voy a editar esta entrada porque me lo pide el cuerpo. Esta mañana me ha llegado un aviso de la Universidad en la que trabajo, indicándome que, dado el creciente número de matanzas perpetradas en territorio estadounidense, debo acudir a un curso en el que nos entrenarán para responder a una situación en la que un hombre armado (active shooter) se persone en mi centro de trabajo. Se nos enseñará lo que ellos denominan "Run, Hide, Fight", algo así como "Come, reza, ama" pero en versión hardcore. Antes ibas a una clase de "Principios del análisis instumental" y ya te hacías caquita, pero esto ya raya la leyenda. Ya lo decía Reed en esa obra de arte que es "Cadena Perpetua". "Es algo terrible vivir con miedo", sin embargo, para algunos es parte de su forma de vida.
El tema de las armas en Estados Unidos es una lacra. Mientras aquí en España sólo se pueden usar armas para ámbito deportivo y se requiere un permiso para ello (aunque eso provocó la muerte de la niña de 13 años que murió hace poquitos meses en un pueblecito español), en Estados Unidos las tiendas de armas proliferan como en España los bares.
ResponderEliminarYo apuesto porque se le haga previamente un estudio psicológico a quien quiera adquirir un arma.
Es difícil de controlar y yo lo entiendo que siempre se te va a escapar alguien, pero aquí no hay control. Este año, durante el black friday, anunciaban la venta de una pistola como si fuese una bolsa de pipas. Quizá es que yo no lo entiendo.
EliminarTío, mejor no lo podías explicar...
ResponderEliminarGracias y gracias por pasarte.
EliminarMuy bien dicho.
ResponderEliminarMuchas gracias y gracias por venir. Por lo que veo en la tabla de me gusta, no me gusta, blablabla, hay alguien que está en desacuerdo. Me gustaría que pusiese la razón. Más puntos de vista, mejor.
EliminarDolfor...yo tengo pensao ir a visitaros a Buffalo, pero no sé si necesitaré un chaleco hecho con piel de Tito's balls. La verdad es que mete miedo lo que cuentas, así que precaución, amigo conductor.....
ResponderEliminarUn chaleco hecho con piel de Tito también se considera arma ofensiva.
EliminarOfensiva, de destruccion masiva y vomitiva.
EliminarPol